Pastores, indispensables en la movilización de la Iglesia.

En el pasado han habidos intentos para movilizar la Iglesia de forma masiva para apoyar ideas, proyectos y movimientos, pero hasta el presente el resultado no han sido muy fructíferos. El ejemplo más reciente fue el llamado que se hizo por la radio para apoyar el movimiento para crear un partido en pro familia en Puerto Rico. Llamado que, no obstante haberse difundido por distintas emisoras de radio y las redes sociales, el pueblo cristiano no respondió y no compareció al llamado realizado. Reconociendo lo legítimo e intención de los esfuerzos realizados, y sin ánimo de criticar la forma en que se hizo el llamado a la movilización, respetuosamente entendemos que el pueblo cristiano no respondió porque la clave para su movilización requiere el involucramiento directo de los pastores y los líderes de cada iglesia en particular.

Es bien conocido que en Puerto Rico existen un sin número de iglesia de distintos tamaños y denominaciones, que cada una de ellas está dirigida por personas con las cuales los feligreses se identifican, muchas veces sin responder a estructuras o estar bajo la autoridad, supervisión o mantener vínculo algunos con otros. Por ello, es necesario que, para que una movilización como la intencionada tenga efecto se requiere hacer una campaña iglesia por iglesia a todo lo largo y ancho de Puerto Rico. Campaña dirigida a que cada pastor vea la necesidad y conveniencia de hacerse parte del movimiento. Para ello se requiere un programa que permita a los líderes del movimiento llegar a los pastores, orientarlos en los objetivos y beneficios para la Iglesia. De igual forma se requiere que se le de participación, no solamente para que aporten, sino para que se sientan parte. Pero por alcanzar tal objetivo, el llamado a la movilización no debería estar dirigido bajo el nombre, emblema o doctrina de una iglesia en particular, sino bajo los principios cristianos que nos unen a todos: evangélicos, protestantes, católicos y todos aquellos que creemos en Jesús como único salvador y Señor.