La experiencia nos dice que durante años otros grupos de distintas ideologías y propósitos han logrado alcanzar poder político logrando obtener la simpatía y apoyo de un sinnúmero de personas. Poder que alguno de los grupos han utilizado no solamente para promover sus ideales, sino para atacar a la Iglesia y lo que ella representa. Agenda en la cual algunos han prevalecidos al día de hoy. Ante tal realidad la Iglesia no tiene otra opción que organizarse, movilizarse y buscar el consenso para lograr ser efectiva en resistir los ataques en su contra. Eso se logra, primeramente mediante el poder de la oración. Segundo, con hacer sentir el poder político que la Iglesia representa por medio de los votos de sus miembros, ya sea apoyando o rechazando ideologías y candidaturas. Pero para ello la Iglesia debe ser efectiva en lograr la movilización y cuantificación de sus miembros. Ante el poder político que representan los números de electores cristianos, se reducirá la influencia, apoyo y efectividad de los candidatos a puestos electivos y líderes que atacan la iglesia.
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